El pádel nació en Acapulco en 1969, cuando el empresario mexicano Enrique Corcuera adaptó un terreno de su finca colocando paredes en los fondos y laterales para no dejar pasar la vegetación y así poder jugar con palas de madera y una pelota lo que entonces él llamó Paddle-Tenis. Además, añadió una red de tenis en el centro y de esta forma creó la primera pista improvisada de lo que más adelante se convertiría en un nuevo y entretenido deporte que terminaría extendiéndose por el mundo.
Años más tarde, en 1974 invitó a viajar a México a su amigo poseedor de propiedades en destinos turísticos Alfonso de Hohenlohe, quien se interesó por la práctica de ese deporte recién creado y a su regreso a España, tras analizar y perfeccionar algunos detalles, construyó las dos primeras pistas en su hotel Marbella Club, dando así el pádel sus primeros pasos.

En 1975, el argentino Julio Menditeguy decidió importar el deporte a su país tras ser testigo directo del éxito que tenía. En Argentina es donde el pádel obtuvo una importancia sin precedentes convirtiéndose en el segundo deporte más practicado.
En España, el éxito de este nuevo deporte atrajo a figuras destacadas del tenis como Manolo Santana. El ganador de un Wimbledon empezó a organizar torneos y expandir el pádel por toda la Costa del Sol, donde varios clubes empezaron a construir sus propias pistas.
Con ello, el pádel comenzó a expandirse a las grandes ciudades españolas hasta que en 1991 se constituyó en Madrid la Federación Internacional de Pádel. Su presidente, el español Julio Alegría Artiach, fue quien se encargó de crear un circuito internacional y concretar un reglamento a nivel mundial.
En 1993 el pádel se consolidó como modalidad deportiva tras el reconocimiento del Consejo Superior de Deportes, extendiéndose a otros países de América como Brasil, Uruguay, Chile y Paraguay. Actualmente se está difundiendo poco a poco en países de Europa como Suecia, Reino Unido, Francia y Alemania.